jueves, 28 de abril de 2011

Tercer capítulo.

Aquí os dejo el tercer capítulo, perdón por la demora, pero es que estaba demasiado ocupado (perreando) y sin inspiración. ;)
Capítulo 3

¡¿Qué he hecho?! ¡¿He matado a una mujer?! Según esa carta de "Jock" ganaré 1200€... Pero, ¿verdaderamente merecía la pena? Sigo sin acordarme de nada... ¿será normal? Conmocionado, voy camino a mi coche, un Ford Ka negro y azul y me meto en el. Arranco, salgo de mi aparcamiento y piso el acelerador. Me subo al acerado. ¿Que hago? Me bajo de la acera y continúo mi trayecto a casa. Tengo (supongo) mucha suerte, he pillado todos los semáforos en verde. Empieza a anochecer.

Cuando llego a mi aparcamiento, estaciono mi coche de mala manera y subo a mi piso. ¡LA PUERTA ESTÁ ABIERTA! Entro corriendo y veo a un tío pequeño sentado en mi sofá y viendo "Los Simpsons".

-¿Hola? -Pregunto- ¿Quién se supone que eres?
-¿Cómo que quién se supone que soy? Tú eres gilipollas... -Me dice.
-¿Te cuelas en mi casa y me llamas gilipollas? ¡¡Vete!!
-Porque lo eres. ¡Soy Jock!
-¿Tú eres el jodido Jock?
-Sí, yo soy el jodido Jock. ¡Más respeto o te puede pasar lo mismo que a la puta!
-¿Y qué sabes tu de todo eso?

¿Para qué pregunto? Ahora lo sé todo... O mato gente, o me matan a mí. Pero según Jock, todos tienen un motivo para morir... Me acerco a la cocina y cojo una barrita energética de marca "Hacendado" de sabor (se supone) a miel y chocolate, pero que a mí me sabe a sangre y arrepentimiento. Cuando salgo al salón, el tal Jock se ha ido sigilosamente.

lunes, 11 de abril de 2011

Capítulo 2

Pues ya voy por el segundo capítulo :))

Capítulo 2

Suena un despertador estridente. Son las cinco y media de la mañana y todavía de noche. ¿Para qué querría levantarme tan temprano? No sé, no recuerdo nada. Decido levantarme y asearme y voy al cuarto de baño. En el espejo hay 15 fotos de gente desconocida para mí con sus nombres (Nitsuj Rebeib, Néleb Nabetse, por ejemplo). Estoy empezando a preocuparme. Me lavo la cara, me lavo los dientes y algo vibra en mi bolsillo. Mi móvil.

– ¿Sí? -pregunto- ¿Quién es?

–En tu buzón está lo tuyo.

Y acto seguido empieza a comunicar. ¿Quién sería? No me importa. Meto las fotos en la cartera, cojo la llave, una mochila, mi móvil y me voy. Cojo “lo mío” de mi buzón y lo abro. Son una foto más y un sobre (un sobre dentro de otro, curioso). ¡Dentro hay 550€! (¿Qué habré hecho para ganar tanto?) y una carta. La leo y dice:

Ya sabes dónde está el próximo objetivo. Recompensa 1200€. Tío, se lo merece.

Fdo: Jock

¿Jock? ¿Quién es Jock? ¿Y qué próximo objetivo? Se supone que sé todo esto… Meto la nueva foto en la cartera, me saco las llaves del coche del bolsillo y me voy. ¿A dónde? Tampoco lo sé, pero mi subconsciente parece guiarme.

A medio camino de No-se-donde, me bajo automáticamente, sin pensarlo, y me dirijo hacia una prostituta. Como si fuera un acto reflejo, saco una botella pesada y un pañuelo. Cloroformo. Abro la botella, impregno el pañuelo en su líquido y llego por detrás de la mujer y se lo pongo en la boca. ¡NO! Ahora está dormida. Sin pensarlo, la arrastro hacia mi coche y la meto en el maletero. Mi subconsciente vuelve a guiarme. No sé adónde voy. Al rato, veo que me acerco a la fábrica de embutidos. Cuando llego, me bajo del coche, saco a la señora y la arrastro al sótano (¿QUÉ HAGO?). Cuando entro al sótano, me encuentro con el bisturí, el cuchillo, y la motosierra, pero hay algo más… Parece una mesa de tortura: una cama de metal con cadenas en las cuatro esquinas. ¿Para qué? No tardo en averiguarlo: tiro a la mujer por las escaleras y yo las bajo corriendo, la desnudo, la ato a la cama y cojo el bisturí. Le rajo las muñecas y ella se despierta. Empieza a gritar; yo sigo. Le pongo el bisturí debajo del pecho y lo deslizo hacia abajo mientras la sangre empieza a manar a borbotones. Tomo el cuchillo y lo introduzco en la raja mientras ella agoniza. Remuevo el contenido de su cuerpo con él. Cojo la motosierra, la enciendo y arremeto contra su cuerpo desnudo. Le corto las piernas, y ella grita. Le corto la cabeza, y para de gritar.

Soy un asesino a sueldo.

Capítulo 1

Ea, pues aquí lanzo el primer capítulo de lo que estoy escribiendo.
Capítulo 1

¿Hola? ¿Dónde estoy? ¿Estoy solo?

Abro los ojos y estoy en un sitio desconocido y oscuro que parece no tener fin con mis manos… ¿mojadas? ¿Por qué? Intento levantarme, pero no siento las piernas. En mi intento toco algo caliente; lo presiono y éste emite una llama. Es un mechero. Valiéndome de su luz, busco algo más. Una vela. La enciendo y miro a mi alrededor. De repente veo un objeto extraño, lo palpo… ¡es una mano! ¡No estoy solo! Me pongo en pie y toco lo que parece ser un cuerpo humano mojado, pero más que mis manos; está muerto (o muerta). ¿Por qué? Me alejo de ese cuerpo, y en mi desesperada carrera me topo con algo que aparenta ser una pared. Mi vela se apaga. Trato de buscar una salida o algo por el estilo. “Esto parece un interruptor” pienso, a la vez que lo enciendo. Ipso facto, se encendió una bombilla de luz débil y titilante que parece que se va a fundir en cualquier momento y que apenas ilumina la estancia, pero que es suficiente como para ver que estoy en una habitación pequeña y unas escaleras que llevan a una puerta un piso por encima. Miro al suelo y veo… ese cuerpo inerte, lleno de sangre y sin cabeza. Horrorizado, miro mis manos y ¡también es sangre! Trato de mirar otra vez al suelo intentando encontrar más pistas en el suelo. Imposible. No puedo apartar la vista del muerto y parar de imaginarme asesinándolo. Vuelvo a intentarlo y veo cosas extrañas: un bisturí, un cuchillo y una motosierra. Todo manchado de sangre. Huyo de esa habitación: subo corriendo las escaleras, derribo la puerta de una patada y la radiante luz del sol inunda lo que trataba de ser un sótano. Salgo corriendo y, a una distancia prudente, me vuelvo hacia atrás y veo un gran edificio. Es una fábrica de… ¿embutidos? Corro hasta el que creo que es mi apartamento e intento entrar. Cerrado. Meto mi mano en el bolsillo. Nada. Miro debajo del felpudo y encuentro una llave. Abro la puerta y paso. Entro en el salón y me echo en el sillón. Todo se va haciendo borroso y neg